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ÜTROS CONOCIMIENTOS UTILES 349 de hacer de ebanista, carpintero, albañil, mecánico... para construir viviendas, iglesias, capillas... ; para cultivar huer– tas, campos, jardines... Se encontrará también con te– rrenos incultos, bosques infranqueables, ríos caudalosos por los que tendrá que trazar puentes, carreteras, vías de comunicación, etc. Para todas estas cosas imprescindible es al misionero saber redimentos de artes y oficios. De los misioneros Jesuítas, escribe un autor, que enseñaron a los fieles de Filipinas la industria del algodón y la cría de gusanos de seda. A los americanos la agricultura, los trabajos manuales y las arte5 de la paz. Los resultados que su plan civilizador era capaz de dar, pueden muy bien notarse en las Reducciones del Paraguay en donde les fué permitido aplicarlo libremente. En ninguna parte hubo quizá nunca más bienestar material y moral. Prosperaban igual– mente las artes útiles y deleitables. Al lado de carpinteros, albañiles herreros, se encontraban torneros, escultores, pintores, doradores. Se fundían campanas, se fabricaban órganos, se edificaban molinos, se construían canales. Los jesuitas alemanes sobre todo fueron, como ya qu¿da dicho, los que se revelaron maestros en este arte de civilizar las tribus salvajes». (1). Para esta clase de trabajos, claro es, que más llamados son los Hermanos Legos y los Auxiliares, bajo cuya direc– ción se podrán construir grandes obras civilizadoras para la misión, si, antes de partir de sus patrias respectivas. se les instruye y ejercita convenientemente en los oficios y artes manuales Este es nuestro programa completo, que quizá alguno le parecerá excesivo; pero todo lo requieren las exigencias de los tiempos, el pre,tigio del apostolado y la competencia de los adversarios. «Tiene necesidad las misiones-dice el P. Fischer-de ser apoyadas y fomen– tad-.is con la cooperación de los sabios, pues ejerciendo en nuestros días influjo tan decisivo la ciencia, no es posible emprender una eficaz y extensa cruzada en favor de las misiones con sólo relatos conmovedores y exhortaciones por muy sinceras que sean. La cru– zada misional debe ir sólidamente cimentada sobre bases científicas y sobre pruebas irrefutables de que las misiones forman parte muy principal de las verdades fundamentales del cristianismo y de que el (1) G. B. Id y encended el mundo, p. 51.

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