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346 EL ESTUDIO DE LOS IDIOMAS tendrá que verse en ocasiones mortificado por la escasez y mala presentación de los alimentos; por la po– breza de las habitaciones, la dureza de la cama e incomodidades de los muebles domésticos. Lo cual no po– drá sobrellevar sin un grande espíritu de sacrificio. A estas penalidades con frecuencia se añadirán la diferencia del clima, de intensos fríos o excesivos calores. los mosquitos o animales dañinos, los lugares pantanosos e insalubres, las dificultades de los viajes, etc. etc. Cu~;te lo que cueste, es preciso irse aclimatando, poco a poco, hasta lograr acomodar el organismo al medio ambiente. Con muy buen acuerdo las misiones, bien organizadas, sue– len tener Casas de Misión bien montadas, donde puedan permanecer por algún tiempo los nuevos misioneros hasta aclimatarse en el orden corporal y adaptarse en el orden etnológico. § lll. El estudio de los idiomas 235. Merecen especial atención los idiomas y lite– raturas que deben aprender los misioneros. Cuándo será mejor aprenderlos, si antes de partir para la misión o en la misma misión, dependerá de circunstancias. Quizá los idio– mas cultos y europeos convendrá estudiarlos antes, y los indígenas sobre el mismo terreno misional. Dejando esta cuestión a la prudencia y táctica de los mismos misioneros, nos limitamos a recomendar su aprendizaje por la trans– cendental importancia que revisten, para el cumplimiento de la misión confiada. Para poder hablar, predicar, ins– truir, confesar, y aun escribir a los naturales, grandes y pequeños, sabios e ignorantes, necesita aprender su idioma

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