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INSTITUTO NACIONAL DE MISIONOLOGIA 341 tario y académico que ha logrado; los puntos de vista y las ideas directoras de la nueva ciencia. No queremos decir que sea un perfecto y acabado modelo, que no admita retoques y perfiles; pero no se le puede negar el mérito de sus iniciativas y trabajos. Ahora nos permitimos preguntar. ¿No se podrá hacer en nuestra patria, madre fecunda de misioneros y civili– zadores, lo que se realiza en Alemania, Bélgica, Holanda, Francia, Italia y Estados Unidos? ¿Qué nación dispone de un filón tan abundante y rico de materiales misionales, sobre todo en la parte histórica, como encierran nuestras bibliotecas y archivos ? Estudiemos nuestros teólogos, ju– ristas, historiadores y escritores, y vayamos a beber el agua purísima de su ciencia en las fuentes cristalinas de sus obras. Es sumamente doloroso tener que reconocer nuestro retraso y alejamiento de algunos ramos del saber; el desnivel notorio que existe entre España y otras naciones europeas en la Escritura, Historia, Apologética científica y en lo que se refiere a investigación y crí– tica; el poco número de hombres selectos que se dedican a estos sec– tores de la ciencia. Es necesario salir de la apatía, romper con el ostracismo, sacudir el sueño de la inercia y dar pasos adelante, pero seguros y certeros hacia el verdadero progreso de la ciencia. § VIII Colegios superiores e Instituto Nacio■al de Mi11ionologfo 231. Para la formación superior y especial de misio– neros es conveniente que cada entidad, Orden o Congre– gación religiosa tenga sus Colegios Superiores, donde se dé a los nuevos aspirantes a Misiones una preparación pró– xima, de teoría y práctica a la vez, de la vida del misio– nero. Pero además de estos Colegios Mayores de cada Enti– dad, sería sumamente conveniente establecer un Instituto Nacional de Misionología científica, que fuera como centro irradiador de destellos luminosos para la ciencia española

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