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NECESIDAD DE LA BUENA FORMACION ESPIRITUAL 329 § 111 Necesidad de una buena formación espiritual en los candidatos 226. El frío mármol, arrancado de la cantera, es un bloque precioso para formar un hermoso Moisés que llame nuestra atención por su viva expresión, pero necesita del genio de Miguel Angel que sepa cincelar y grabar en él la idea preconcebida. Existen primorosos pinceles, terso y fino lienzo, materias colorantes de exquisitas cualidades. pero es necesario que se combinen, adapten y se usen bajo la inspiración de un Murillo, de un Greco o de 'un Ve– lázquez, para reproducir una Inmaculada incomparable, un S. Francisco estático y un Cristo doloroso. Cincelar y esculpir en el corazón y la mente del sacerdote Ja imagen del verdadero misionero, es la obra magnífica de la formación y educación. No basta el amor y el entusiasmo por las Misiones; es también necesario dar al espíritu misionero una forma plástica bien definida y determinada, grabar la imagen de misionero, según el modelo del primer y más perfecto de todos los misioneros, Jesús Redentor. No hay duda que si se ponen en juego todos los medios arriba mencionados en los Colegios, Seminarios, Asociaciones, etc. se produ– cirá un fuego santo por las obras misionales. Los ardores de la juventud se esplayarán por nuevos horizontes, clavarán su mirada en ·sublimes y grandiosos ideales de conquistas salvadoras; su porvenir se presentará lleno de ilusiones, saturado de poesía. En su conciencia se oirá sin cesar el mandato de Cristo que dice: Id por el mundo a pre– dicar el Evangelio a toda creatura; y como otros S. Pablo les parecerá que van por todo el mundo, predicando, convirtiendo y haciendo bien a todos. No temen ni los peligros, ni las enfermedades, ni los sacri– ficios, ni las privaciones... Todo les parecerá poco para salvar almas. Nobles deseos y entusiasmos que tienen su origen en el elevado con– cepto de la salvación del mundo. «He aquí, dice Chateaubriand, he aquí una de las grandes ideas que pertenecen exclusivamente a la religión cristiana, pues el celo que anima al apóstol del Evangelio no se encontró nunca, ni en los adoradores de los falsos dioses, ni en los filósofos antiguos; pues ninguno de ellos abandonó sus templos, ni

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