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32( NECESIDAD DE FOMENTAR LAS VOCACIONES MISIONERAS 76.000 almas. ¡ Qué mies tan copiosa y qué graneros tan abundantes I ¿ Qué nos diría Jesús, si volviera hoy a la tierra? Id, empuñad l,a hoz evangelica y recoged el frut-:;, maduro... Es, pues, deber de todos, y muy especial de sacerdotes, confesores, directores, maestros, superiores, rectores, Pre– lados y todo el que tenga, directa o indirectamente, que intervenir en la educación de los jóvenes, fomentar, in– culcar y exhortar a sus subordinados el espíritu misional, las vocaciones misioneras, tan necesarias para la salvación de las almas. Todo el gentilismo extiende sus brazos su– plicantes hacia nosotros y pide a sus ministros que corran a salvarle. « Urge la necesidad, dice Benedicto XV, de cubrir los huecos que abre la extremada falta de misioneros; que si siempre fué mucha, ahora por motivo de la guerra, preséntase en proporciones alarmantes, como que muchas parcelas de la viña del Señor han tenido que quedar abar.donadas. Punto es este, Venerables Hermanos, que nos obliga a recurrir a vuestra próvida diligencia; y sabed que será la más exqui– sita prueba que daréis de afecto a la Iglesia, si os esmeráis en fo– mentar la semilla de la vocación misionera que tal vez empiece a germinar en los corazones de vuestros jóvenes sacerdotes y semi– naristas. No os dejéis engañar de ciertas apariencias de bien, ni de meros motivos humanos, so pretexto de que los sujetos que consa– gréis a las misiones serán una pérdida para vuestras Diócesis. Y a los Superiores de las Ordenes e Institutos religiosos que tienen a su cargo misiones extranjeras, les pedimos y suplicamos no dediquen a tan difícil empresa sino sujetos escogidísimos, que sobresalgan por su intachable conducta, devoción acendrada y celo de las al– mas)). (1). (1) «Maximum illud», Act. Ap. S. ann. 1919, Vol. XI, p. 452. V. P. SrLVESTRI-PAMPLONA, o. c. p. 21.

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