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NECESIDAD DE FOMENTAR LAS VOCACIONES MISIONERAS 319 Vosotros-escribe «El Massaia»-podréis imaginar fácilmente cuánto será nuestro dolor al considerar que una mies ya madura, perezca, porque no hay quien la recoja. Si nuestro ministerio no fuese bendecido y la gente, que nos rodea, rechazase la fe, no sentiríamos tanto la angustia; pero encontrar la gente dispuesta a recibir el Evangelio y no tener quien se lo enseñe; encontrarse delante una mies copiosa, y verla perecer por falta de quien la recolecte, es un dolor mil veces más acervo (1). Considerando que hay todavía 1.043 millones de almas en países infieles que no conocen al verdadero Dios y que andan errantes como ovejas sin pastor; almas que se encuentran fuera del camino por donde pasa Jesús y que en las apremiantes necesidades de alma y cuerpo gritan como el ciego del Evangelio en el camino de Jericó: Jesús, Hijo de David, tened compasión de nosotros. 1.043 millones de hombres acampados en el desierto sin pan con que hartar su terrible hambre; mas Jesús, dirigiéndose a los Apóstoles, es decir, a los misioneros, les dice : Dadles de comer. Marchad, predicad, enseñad, convertid, bauti– zad... socorred a tantos infelices. Y a la voz de Jesús se organiza el ejército misionero de sacerdotes, religiosos y religiosas. Pero ¿qué son todos estos operarios de la viña del Señor para tanta recolección como hay? ¿ Qué proporción guardan con el inmenso número de hombres que están fuera de la Iglesia ? Y si concretamos e 1 número a solos los sacerdotes, que son los propiamente misioneros, ¿qué desproporción más enorme y desconsoladora no encontra- mos; viendo a solos 12.952 sacerdotes que se hallan perdidos en el inmenso mar de 1.043 millones de infieles! Júntese a esto la cura de almas de 13 millones de católicos, más las otr;s obras de celo y de caridad que tienen forzosamente que desempeñar y se verá la labor ingente del misionero. A cada sacerdote misionero le corresponderá cuidar más de (1) l.º de abril de 1930 p. 75. Habla de la China.