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292 SHINTOISMO ticamente imposible dividir la población en budistas y shintoístas. En muchas casas tienen un altar a Shinto y otro a Buda, y dirigen sus oraciones tanto a los Kami, o dio– ses del Shinto, como a los Hotoke, o dioses del Budismo. b) Los mitos enseñan el origen divino de los soberanos o Mikados del Japón, del cual emana todo poder y digni– dad. La prehistoria de la casa imperial se enlaza estrecha- mente con el mito de la génesis de los dioses. Para los shiu– toístas todo está divinizado, el cielo y la tierra con todos sus elementos. Amatcrasu, diosa del sol y soberana del cie– lo, es la principal divinidad y la augusta madre de la di– nastía imperial. A las divinidades se les denomina comunmente Karni, que designa lo que está sobre, lo más alto. Distinguen dos categorías: les Jioses de la naturaleza y los dioses de los hombres. Los primeros son personificaciones de las fuerzas naturales o de objetos, como la luz, el fuego, los ríos, los ma– res, etc. Los segundos son deificaciones de los hombres céle– bres, de los antepasados y de los héroes de la época mítica. Los dioses del Shinto están lejos de ser figuras nobles e ínte– gras; tienen las mismas debilidades de los hombres, se mul– tiplican extraordinariamente y el panteón japonés aumenta sin medida e) El culto se manifiesta en oraciones que dirigen a los dioses del sol, del viento, a la diosa de los alimentos, de la cocina, etc. Los santuarios destinados al culto se llaman Miya, y son muy simples en su construcción. Una choza de madera. cubierta con paja, servía de santuario nacional. En ella se honraban los antepasados divinizados de la fa– milia imperial, y se conservaban los tres tesoros que habían legado a sus descendicntcs: el espejo, el sable y la alhaja de la casa soberana. Una hija del Mikado ejercía el oficio de sacerdotisa (1). El culto generalmente se ejerce por los (1) Cf. J. DAHLMANN, Las religiones del Japón, en Christus, p. 199.
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