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T Ams:,10 Y CoNFl 1 crA 0 ,ns.Mo hicieron ministros e intérpretes de la nueva religión del Estado, que hasta en la actualidad consernm templos y secuaces en el Celeste Imperio. III. Confucianismo.-Contemporáneo de Lao-tscu fué K'un,r!_-fu-tseu, conocido por nombre, latinizado por los misioneros, de Confucio. Sus esfuerzos se dirigían a resta– blecer las antiguas tradiciones. Así como aquel tenía ten– dencias más bien filosóficas. éste se preocupó más de la política (1). Su acción se dirige a formar gobernantt's prúcticos y gobernados dóciles. a) Creyó en el «Sublime Soberano» y en una Providen– cia. en· los manes, a los cuales exigió se los honrase. En el hombre admitía dos almas; una inmaterial, que emana del principio masculino, que es el cielo: otra material, que emana del principio femenino, que es la tierra. La material, llamada K1:ei, perece juntamente con el cuerpo. la inma– terial, denominada Chen, permanece después de la muerte y se queda cerca de la tumba. b) En cuanto a la moral, aconseja la benignidad y la lealtad. la sumisión y obediencia de los hijos para con los padres; pero hasta tal extremo, que les niega todo derecho, incluso el de la existencia. De esta autoridad ilimitada se originó el infanticidio, que causa verdaderos estragos en China. Sanciona la poligamia, la esclavitud de las mujeres y tiene siempre por divisa el oportunismo. La oportunidad es el rasgo distintivo del Sabio. Exceso y defecto son vicios igualmente perjudiciales. Todo extremo es una posición funesta (2). Confucio es el ?vfaestro de los Literatos y del mundo burocrático de China. No le tienen por Dios, pero sí por el más grande de los antepasados; en su honor se han le- (1) Cfr. CAJBllNATr o. c. p. 103 y sigs. (2) Cf. \VIEGER. o. r. p. 154.
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