BCCCAP000000000000000000000190
l AOISl\10 Y CONFUCIANISMO Los antiguos Chinos admitían un Ser Supremo. que llamaban «Sublime Cielo,,, «Sublime Soberano», etc. que da, conserva o quita la existencia; es autor de todas las relaciones, deberes y leyes; observa a los hombres, los juzga, premia y castiga, según sus méritos o deméritos; de él vienen la abundancia o la escasez, la adversidad y la prosperidad; y el emperador no es más que su manda– tario (1). b) Se le inmolaban víctimas, que ordinariamente eran bueyes. En los acontecimientos r\" mayor importancia. se 1,– informaba por medio de una hoguera, encima de monta- ñas, cuyo humo era el mensajero que transportaba las no– ticias. Era grande la ansiedad que tenían en saber si estaba contento a descontento, favorable o desfavorable; para lo cual se examinaban los cuerpos celestes y los meteoros terrestres, se recurría a diversos métodos de astrología, de magia, superstición y hechicería (2). Sólo al emperador era permitido adorar, orar y comunicar con el «Cielo,,; a los demás estaba severamente prohibido. c) Eran objeto de culto secundario otros seres trans– cendentales, los Manes o espíritus tutelares, protectores de los montes, las mieses, los ríos, etc. Era comunmente ad– mitida la supervivencia del alma y profesaban veneración a los muertos. Como medium, para ponerse en comunicación con ellos, se servían de una tablita, donde ofrecían al difunto comidas, licores, telas, etc. Delante de ella pro– nunciaban discursos, cantaban odas, tocaban música, es– perando que les enviaría su bendición y les haría felices. Luego el culto de los muertos degeneró en superstición. d) Desde el siglo XI al VI a. C. el monoteísmo fué paulatinamente degenerando, el Ser Unico fué quintuplicado en otras tantas realidades transcendentes, los espíritus in- (1) Cf. L. WmGER, en Chrístus, p. 138. (2) Cf. W1EGER, o. c. p. 140 y sgs.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz