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208 MISIONES DE AFRICA rica cerca de 2.000.000 de infieles entre las tribus indias del Canadá y Estados Unidos y, sobre todo, en las extensas e inexploradas regiones de la Guayana brasileña y vene::o– lana. En casi todos los estados de América hay establecida alguna misión, en las que trabajan con celo incansable mi– sioneros de casi todas las Ordenes e Institutos religiosos; franciscanos, capuchinos, jesuítas, dominicos, agustinos, car– melitas, redentoristas, pasionistas, paules, salesianos. obla– tos, etc. etc. quienes a veces tienen que luchar con las dificultades del clima, como los heroicos misioneros jesuí– tas y oblatos de Alaska y Atabaska, y casi siempre con la falta de vías de comunicación y suspicacia de los ,go– biernos (1). 165. Misiones de Africa. --A princ1p10s del siglo XIX no quedaba ya nada o casi nada de las florecientes misiones que en el Congo, en Abisinia y en otras regiones de Afri– ca habían fundado los intrépidos y abnegados misioneros españoles y portugueses. Las misiones de Africa experimentaron un impulso verdaderamente extraordinario cuando, en 1856, Mons. Bre– sillac fundaba el Seminario de Misiones africanas de Lión, y sobre todo, cuando el célebre Cardenal Lavigerie echaba los fundamentos (1868) de su Congregación de los Mi– sioneros de Africa, o Padres Blancos, quienes iniciaban aquella gloriosa cruzada en pro de los negros de Africa, oprimidos por la tiranía musulmana y por la avaricia in– fame de los negreros. Un verdadero ejército misional de– sembocó, lleno de entusiasmo, por todas las playas del Continente misterioso, haciendo oir la buena nueva ¿¡ aquellos pobres indígenas, que veían por vez primera l.:i luz de la verdad, que les trajo, no sólo la vida del alma, sino también la libertad del cuerpo, acabando con el infa– me tráfico de carne de ébano. (1) Véanse las numerosas Revistas que hablan de estas Misiones.
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