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l\,11s10:,ES DE LOS DoM!NlCOS de c11os se convierten: aunque, por dcfgracia, estas conquist~t~ de fé pc.;:-mancntcs. Tan1bién los 1nisio:1eros trabajan con éxito en los países bnlkünic0s y }\Jorfe y Centro de ..-\fric(1. donde consi~¡ucn formar n~tcio- 122. franciscanos y Dominicos. El espíritu m1s10nero se hahia bcstant0~ en los siglos X, XI. y XII. de– bido. sin duda. il las _grandes pruebas por que atravesó la en este período, pero ilUn faltaban muchos pueblos por evangelizar y Dios no podía menos de suscitar ce– losos misioneros que se lanzasen con nuevo fervor a con– quistarlos para la Fé. Las dos grandes Ordenes suscitadas por Dios en el sí– glo trece. los Dominicos (1215) y los Franciscanos (1209) fundadas por Sto. Domingo de Guzmán y S. Francisco de Asís. fueron los dos grandes ejércitos que Dios destinaba para llevar a cabo esta magna empresa. Efectivamente; estas dos Ordenes son esencialmente misioneras por su legislación y por su Historia. Ellas Yol– vieron a resucitar el espíritu apostólico. bastante apagado en la Iglesia, y se lanzaron a recorrer el mundo de dos en dos. como los Apóstoles y los primeros discípulos de Jesu– cristo, haciendo resonar la palabra evangélica. lo mismo en las plazas de las ciudades de Europa que en las selvas de los países más remotos, con asombro y admiración del mun– do entero. abriendo una era nueva y gloriosa en la Histo– ria de las misiones. 123. Misiones de los Dominicos. ---Sto. Domingo fué ya un insigne misionero, el más insigne, sin duda, de los mu– chos que cuenta esta benemérita Orden, que trabajó con celo infatigable en la conversión de los herejes del Sur de (l) V. Scw,1mL1N, o. c. Die mittelalterliche 1i1isio;i, IV.

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