BCCCAP000000000000000000000190

148 Los SANTOS PADRES M1s10NERos cnstianisrno a los infieles, tuvieron que servir en gran parte, en este segundo período. para volver al gremio de la verdadera Iglesia a los herejes, que si bien no negaban a Cristo, pero admitían errores fundamentales acerca de los dogmas del cristianismo. Los herejes comenzaron a infestar la Iglesia ya desde los primeros siglos, pero desde el siglo tercero, sobre todo. se multiplicaron tanto, que apenas había ciudad o comarca, así del Oriente como del Occidente, que no estuviera infestada de ellos. 106. Cambio de frente. --En tales circunstancias. ru– vieron los predicadores del Evangelio que redoblar su celo y cambiar algún tanto de táctica; pues ya no se trataba única– mente de instruir a paganos ignorantes, sino también de convencer a herejes, generalmente eruditos, o por lo me– nos, bien enterados de los dogmas del cristianismo y que pretendían sostenerse en sus errores apoyados en sutilez.is teológicas. Por esto, los misioneros sencillos de los siglos anterio– res, hubieron de convertirse en Apologistas y Doctores. y emplear al mismo tiempo la palabra y la pluma, echando mano de la elocuencia y de la ciencia. Por consiguiente. come, misioneros, y misioneros insignes, debemos consi– derar a un S. Justino (167), un Atenágoras, a un Orígenes (h. 185-254) y a un Tertuliano (160-240), a un Lactancia (325) y a un Minucia Félix; y misioneros insignes fueron igualmente los Santos Padres, quienes, al mismo tiempo que ilustraban a la Iglesia con sus enseñanzas, dedicaban todo su celo a la conversión de los infieles y. sobre todo, de los herejes. 107. Los Santos Padres Misioneros.--Todos los San– tos Padres han sido también grandes misioneros y todos trabajaron con ardor infatigable en la conversión de in– fieles y herejes, sufriendo por esta causa persecuciones

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz