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114 APOSTOLIClDAD DE LA IGLESIA buídos, gozan de comodidades y se cuidan poco de los resultados espirituales de su apostolado. En cambio, la Iglesia Católica busca, ante todo, la moral cristiana, el cumplimiento del Decálogo y el mejoramiento de las costumbres. Recha::a toda clase de vicios, proclama la fraternidad universal a base de justicia y caridad. Sus misioneros no intentan lucros materiales, carecen de re– cursos, marchan llenos de celo y de fe en busca de almas para Cristo. Sus virtudes, su ejemplo y su heroísmo raya en lo maravilloso. Innumerables han sacrificado su vida, derramado su sangre por salvar almas, defender y confesar la fe que predicaban. El que dudare de estos -asertos puede ver esas galerías incontables de mártires y héroes legendarios que nos presenta la historia de las misiones católicas (1). e) Aposfolicidad.- No faltará tu fe. dijo Dios a San Pedro, (2) y la historia ha demostrado con evidencia que la Cátedra infalible de la verdad ha conservado incólume la fe, la jerarquía y el espíritu apostólico. Los Romanos Pon– tífices, cumpliendo el divino precepto de la evangelización del mundo, han enviado en todos tiempos operarios evan– gélicos a toda clase de gentes. No faltan en estos tiempos quienes afirman que la Iglesia es una cosa vieja, decrépita y gastada; pero los hechos demuestran todo lo contrario; porque está animada de la misma vitalidad de los pri– mitivos siglos, multiplica sus apostóles, extiende sus conquis- (1) Un Obispo americano visitando la Exposición Vaticana pro·· firió estas palabras: «Cuando el Protestantismo, comodón y pro– selitista, presente otra sala de mártires como ésta, podremos em– pezar a discutir sobre su parangón con las misiones católicas : hasta entonces es claro que el sello divino del heroísmo constant;; y múltiple hasta el sacrificio, y el sacrificio más doloroso, es patrimonio ~xclusiYo de la Yerdadera religión del amor y de la cruz». (2) Luc. XXII, 32.

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