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ÜEBERES DEL PUEBLO CRISTIANO 109 s1c10n. Si ninguno de los simples fieles puede dispen– sarse de esta obligación, dice Pío XI, «num clerus possit, qui sacerdotium et apostolatum Christi Domini, miro ipsius delectu ac concessu, participat... ? » (1). La misma esencia y dignidad del sacerdocio ya lleva consigo esta obligación de cooperar a la propagación de la fe, ya que los presbíteros fueron instituídos para ayudar a los Obispos en este sublime ministerio. ARTÍCULO lll DEBERES DEL PUEBLO CRISTIANO 69. Ni siquiera los simples fieles pueden considerarse desligados de tan sagrada obligación. Ellos, como miembros integrantes que son de la Iglesia de Cristo, participan de los derechos, pero también de los deberes que sobre ella pesan. Uno de los más graves, como hemos demostrado, es éste de propagar el Evangelio. Todos aquellos que, por especial gracia del Señor tan misericordioso, gozan de la fe y participan de los innu– merables beneficios que de ella dimanan, dice Benedicto XV, «procuren no olvidar el vínculo que les impone de coadyuvar a las Misiones aquella sagrada ley por la que (Dios) obligó a cada uno a mirar por el bien de su prójimo (2). Y ... ¿qué clase de hombres más acreedores a nuestro socorro fraternal que los infieles... ?» (3). -z.No hay para qué detenerse a probar, dice también Pío XI, cuánto se aparta de la caridad cristiana, que nos obliga a amar no sólo a Dios, sino a todos los hombres, que (1) Act. Ap. S. a. 1926, vol. XVIII, pág. 68. (2) Ene. «Maximum illud». l. c. p. 451. (3) Ene. «Rerum Ecclesiae» l. c. pag. 68.

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