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96 EL PROBLEMA DE LA SALVACION DE LOS INFIELES cristiana, donde no se haya oído el nombre de Cristo Re– dentor. Sin embargo, hemos de confesar que falta mucho todavía para que entren todas las ovejas en el redil evangélico, para que se haga un solo rebaño y un solo Pas– tor. Es necesario trabajar mucho para que se congreguen todas las gentes bajo el árbol santo de la Cruz Redentora. Nostra spes unica.-Messis quidem multa, operarii au– tem pauci. ARTÍCULO III l'.L PROBLEMA DE LA SALVACIÓN DE LOS INflELl:5 63. Por una parte, nos consta ciertamente que Dios Nuestro Señor, infinito en sus bondades y misericordias. tiene voluntad sincera y real de que todos los hombres se salven. S. Pablo, expresamente, escribe a Timoteo: Deus vult omnes homines salvos fieri, et ad a.~nitionem veritatis venire (1). En conformidad con esta voluntad salvífica universal, Jesucristo se ha dado a sí mismo en precio de rescate por todos (2). El es propiciatorio por nuestros pe– cados, y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo (3). La Iglesia condenó la doctrina jansenista que limitaba a solos íos predestinados la redención de Jesu– cristo (4). Es, pues, manifiesto que Dios desea la salvación de todos y que Jesucristo derramó su sangre por la salud del género humano, sin excepción; por todos los que precedieron a su venida sobre la tierra, como por todos los que le hemos sucedido hasta la consumación de los siglos. Por otra parte, tenemos que la condición indispensable para conseguir la salvación es la fe. Sine fide impossibile (1) I Tim. II, 4. (2) Ibid. 6. (3) l Joan, II, 2. (4) Alex. VIII, 1690, apud D1tz1NGER B. n. 1294.
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