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CONCILIOS Y PoNTIFICES 89 Encíclica «Maxirnum illud», llamada la «Carta-Magna» de las misiones, y que bien pudiera llamarse también el « Catecismo del Misionero católico». En ella hace alusión bien clara al universalismo de la Religión católica y de la Iglesia con aquellas palabras: «Desde el momento en que los Apóstoles salieron y predicaron por todas partes la palabra divina, logrando que la voz de su predicación repercutiese en todas las naciones, aun las más apartadas de la tierra, ya en adelante nunca jamás la Iglesia, fiel al mandamiento divino, ha dejado de enviar a todas partes mensajeros de la doctrina por Dios revelada. y dispensadores de la salvación eterna, alcanzada por Cristo para el género humano» (1), El actual Pontífice Pío XI, que seguramente pasará a la historia con el glorioso título de «Papa de las Mi– siones», en sus inmortales Encíclicas misionales, sobre todo. en la más famosa de todas, «Rerum Ecclesiae», no cesa de repetir que el fin principal de la Iglesia no es otro que hacer participantes a todos los hombres de los fru– tos saludables de la redención, extendiendo así el reinado de Jesucristo por todas partes : «Neque enirn ad aliud nata Ecclesia est, nisi ut, regno Christi ubique terrarum dilatando, universos homines salutaris redemptionis par– ticipes efficiat » (2). Todos estos testimonios misionales que hemos ido entresacando de los Santos Padres, Doctores, Concilios y Pontífices nos prueban evidentemente que la Iglesia ha creído siempre en el dogma misional; es decir, que la reden– ción fué universal, para todos los hombres de la tierra. pasados, presentes y futuros; que así se ha entendido siem– pre el mandato de Jesucristo de predicar el Evangelio al mundo entero y que la Iglesia ha cumplido fielmente en todos los tiempos este mandato de su divino Fundador. (1) Act. Ap. S. 1919, vol. XI p. 440. (2) Act. Aµ. S. 1926, vol. XVIII, pág. 65.

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