BCCCAP000000000000000000000190

82 PADRES DE LOS SIGLOS IV Y V verdadera religión, ni nación tan feroz y salvaje, cuyas costumbres no hubiera suavizado el bautismo y la práctica de la doctrina evangélica (1). He aquí el magnífico resultado de este proselitismo y de esa actividad misionera de la Iglesia. a la que compara el mártir S. Cipriano con el sol, cuyos rayos se difunden por toda la tierra y con un árbol frondosísimo, cuyas ramas cubren el universo: Ramos suos, in universam te– rram, copia ubertatis exstendit (2). ARTICULO Ill PADRES DE LOS SIGLOS IV y V (3) No menos abundan v,s. ni de menos autoridad son las ideas misionales de los SS. Padres de estos dos siglos. A cada paso encontramos en sus escritos alusiones a la uni– versalidad de la redención, a la extensión de la Iglesia por todos los países de la tierra, a la necesidad que tie– nen los gentiles de entrar en ella, si quieren salvarse, y a la obligación que tienen también los Obispos, los pres– bíteros y hasta los mismos fieles de propagar la fe de Jesucristo. 50. S. Afanasio, S. Cirilo Hiero, S. Juan Crisósfomo. -S. Atanasia hace ver al emperador Joviniano que la fe católica no es una doctrina nueva, ni desconocida; sino que hacía ya varios siglos que venía predicándose y que (1) De marte persecut. c. 3, M. P. L. t. 7, col. 200. (2) De Catholic. Eccles. unitate M. P. L. t. 4, col. 517. (3) S. Atanasia, S. Basilio, S. Gregario Naz., S. Juan Crí– sóstomo, S. Epifanía y S. Efren entre los griegos; S. Hilario. S. Ambrosio, S. Agustín, S. Jerónimo y S. León Magno entre los latinos.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz