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80 APOLOGISTAS telectuales, retóricos y filósofos, empuñaron éstos la pluma para defender a cara descubierta la religión cristiana con los artificios la Retórica y los argumentos de la Filoso– fía. Y, precisamente, uno de los argumentos más utilizados por los apologistas es el argumento misional, es decir, el hecho de la propagación rapidísima del cristianismo a todos los países y entre todas las clases sociales. 48. S. Justino, Clemenfe de Alejandría, Ürígenes.- S. Justino expone victoriosamente el argumento del uni– versalismo de la redención y expansión de la Iglesia con estas palabras: «Nullum omnino genus est, si1)e ,r;raecorum sive barbarorum, sive quodlibet nomen appellentur ... in quo non per nomen Crucifixi ]esu preces et gratiarum actiones Patri et Creatori universorum fiant» (1).-Esos éxitos asombrosos del cristianismo nos demuestran el ex– traordinario proselitismo de los cristianos de los pri– meros tiempos, el ardiente espíritu misionero de la Iglesia; pues, como escribía Clemente Alejandrino. «la doctrina de Jesucristo no quedó reducida a sola la Judea, como la Filosofía a Grecia; sino que se difundió por todo el orbe, entre los griegos y entre los bárbaros, por las ciudades y por las aldeas. entre toda clase de hombres y hasta entre los mismos filósofos, no pocos de los cuales habían abrazado la doctrina salvadora». (2). Este prose– litismo de la Iglesia no tiene su explicación, sino en la creencia de que la redención era para todos, y que todos, por consiguiente, tenían necesidad de conocer la doctrina de Jesucristo, de recibir el bautismo e ingresar en el seno de la Iglesia. Esta es una necesidad tan grande y dilatada, como la misma humanidad. Así lo afirma el Maestro alejandrino Orígenes: «In Adam omnes mori- (1) Dial, cum Triph. n. III, M. P. G. t. 6, rnl. 749. Parriis (1884). (2) Strom. l. 6. c. 18 in fine, M. P .G. t. 9, col. 399.

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