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78 PADRES APOSTOLICOS extensión de la Iglesia por todos los países del globo. Y no podía por menos, ya que ese universalismo está ya clarísimamente indicado en el Evangelio. 46. Didache, S. Bernnbé, S. Clemente Romana. -La «Didache », el primer libro de la literatura post-apostólica, supone ya la universalidad de la Iglesia, que estaba destinada a extenderse por toda la tierra, y, aunque dice que esta universalidad no ha de conseguirse hasta el fin del mundo, da reglas y avisos oportunísimos a los misioneros apos– tólicos, para iniciar con éxito esta gloriosa conquista. El autor de la «Epístola de S. Bernabé » insiste repeti– das veces en esta idea de la conversión del mundo infiel, sobre la entrada de los gentiles en el seno de la Iglesia, y « el pensar de otro modo, dice, es un grave error contra la fe». Clemente Romano, recuerda a los Corintios, en su famosa carta, el envío de los Apóstoles a predicar el Evangelio por todo el mundo, y, como se diseminaron por ciudades y regiones, anunciando el reino de Dios (1). 47. S. lgnacio de Anfioquía, el Pasfor de Hermas.- S. Ignacio de Antíoquía comenta aquel pasaje de S. Pablo, donde dice que todas las lenguas de la tierra deberán juntarse para confesar al verdadero Dios y que todos, así los gentiles como los judíos, están llamados a formar un solo cuerpo, que es la Iglesia, deseo que ya había comen– zado a cumplirse en su tiempo, pues nos dice que la Iglesia se había dilatado hasta los confines de la tierra (2). y que en todas las regiones del mundo conocido, se hallaba constituída la jerarquía eclesiástica con sus Obis– pos y Presbíteros (3). El Pastor de Hermas compara a la Iglesia con una (1) Epist. I ad Cor. c. XLII. (2) Ad Philad. MrnNE P. G. t. 5, col. 697, sigs. Parisis, (1884). (3) Ad Ephes, 3, M. P. G., t. 5, col. 154.

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