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m:.:-AHHOLLO DE LA PROVI!XCL\ ( 16 H1- l 7 Hi dn;;, y acaso también en sus sospechas pe1·s1 mall':,;, dudaba si los Uapuchmos cnslellnnos defeudfon Üt emfoa del At·chidnque Carlos (a quien el año anterior habían c11111plimentndo algu– rw:-: Padre:-; g1·nduados de la Provincial o ln del HPy Felipe· V; poi· lo cual presmi tó unn lista de la que debían escogerse los SupP1·im·<•::; mnyorPs, Pxcluyeudo dP la misma a cuanlos c1·eía desafectos; y adenuis deslPrró de !u Prodncin n dos Defini<lo– l'P:-, <·onviPnr a snlJPr, a los PaclrPs Antonio rle La Puellla y Agustín d!' OviPdo. "·Lo demús qt1<' pudiera anotar-añadr el cronisla (20)-sobre los informes C}llP tPníil el dicho señor PrPsidente de Cnstilla pal'U lnnta inlt>tTPnciún rn el capítulo. exrluyc>rnlo a unos y proponirndo a otros. sr sahrú el día del juieio, por<pw no qurriendo c!Peir ninguno ps dc>slntl vasnlln, sólo Dim: sabr lo Yerdadero". 8. Ignoramos el porqué, mas 0 s cierto que hacia 1745 rPinnba ci,•t'la inquietud en la Provincia; inf'luso corrían vo– ces de la venida de un Visitador Gennal. y s1~gurarnente se hnhiPra rPalizado a 110 intervenir el Rey. En efecto, por una Heal OrdPn del Hi de marzo de 1745 el Monarca, "'dcserp1do la satisfacción y quietud de la Proyirwia de Capuchinos de las dos Castillas", mnndnha a su Emlwjndor en Roma qur ohtu– YÍP1·n dt> la Sanl.n Sede el que no se hiciera ninguna visita a la mismo mientras no fuera a la CorlP el :Ministro Genero.l, dando n sus súbditos la satisfacci(ín de yerlo Pubierto Grande dP España (21). El Qpneral de la OJ'(len lnrd(i algunos años en girar la visita, pero cuando llegó, como verrmos en el perío•– rlo siguiente, los ánimos no se habían sosegado aún. (20) Cf. Erario, p. 141; Viriclario auténtico, p. 102 sig. (21) Cf. Arcb. de la Embajada de España, Leg. 194, n. 11; Leg. 308, folios 1l8, 143.

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