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la concesión de varias i11dulgeHcia:; (:í: 1;. Tampoco la iglesia ffo Sanla Leocat!ia, de la Ciudad lmperüiL era conforme al estilo capuchino; pero ello se debía a que antes había sido Colegiala (1'5:. La iglesia de La Paciencia, de Madrid, además del lwrmoso Crucifljo, tan yenerado del pueblo madrileño, po– SPÍU val'ius cuudros de valor, seguramente don de los Reyes fundadm·es (iG\ Los conYenlo;-; de El Pardo y San Anlonio nt1 siempre pudiP!'Oll resistir a la muníficu generosidad de los patronos, y pncu a poco se í'tH•ron cl8positando en ellos algu– nos cuadros de lujo; pero el P. Pahlo de ColindrPs obtuvo que cumbiarau (47:,. 6. Una mirada de conjunto nos ayudará 11 comprender mejor el esfuerzo expansivo de lu Provincia en este período; al erigirse como tal en lfüS lenía solamente siete conventos, y ahora contaba ya con veinle. Si afütdimoci los tres fundados en Andalucía. antes de 111 erecei(m de 111 Custodia homónima, los dos desaparecidos de .\rnnj uez :,- Vald.emaqueda, y los otros I,J.ueve que por diferentes razones no lograron cslablP– eerse, nos podremos formar una idea aproximada del des– arrollo y de la fuerza de penetración de los Capuchinos cas– tellanos. .Con todo, justo es reconocer que, dado el vaslo territorio de la Provincia, se hubieran necesitado 111ús conventos paru · llevar por doquier el influjo del apostolado franciscano-capu– chino. En el período sucesivo se multiplicaron los conventos, pero aun en el presente hubieran sido más numerosos tenien– do en cuenta el favor de los grandes y la veneración de los pueblos, si los Superiores, llevados del celo de observar con todo rigor la prometida regla, movidos por el deseo de no cau - sar molestius a los demás ~fondicantrs. sobre todo Obseryai1- tcs y Descalzos. cuyos conventos se hallaban diseminados por las dos Costillas, y finalmente por preferir honrar lo;;; convPn– tos con las virtudes de los religiosos más hien que ensalzar éstus con el número de aquéllos, no hubieran redrnzado, agl'n- (44) Cf. FILIPPO BERNAHDI, Relatione del I'iaggio, t. I, p. 203. (,í5) Cf. ALONRO DE ANDRADE, ob. cit., p. 260; FII,!PPO BERNARDI, lug. cit., páginil 252. .(,í6) Cf. FIUPPO BERNARDI, ob. cit., p. 214. (47) Cf. LAMBERTO DE ZARAGOZA, Elogio, p. 30.

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