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lR Et. t'.tL\11~.\fU.\TO llE C:A"TILL.1\ habilidad y destreza, se hizo intérprete ante el Rey del descon– tento general, para que por medio del P. Pablo <le Oesena hi– ciera volver a su Provincia de origen al P. Iluminado. Este gi– raba a la sazón la visita de los conventos de Andalucía, y allí le alcanzó la orden del P. General, transmitida por el Rey, de que salier'a de España después de haher nombrado por sí mis– mo al sucesor, que fué el cuarto Definidor, es decir, el P. Ga– briel de Villanucva, precisamente uno de los que mayor des– eontento habían manifestado acerca del modo de proceder del Pndre Iluminado. Esta imprevista solución ele la crisis desconecrtó al P. St•– raf'ín, el cual, temiendo que en Roma el P. Iluminado k ju– garu alguna mala carta, quiso cura.i·se en salud. escrihiPndo en sPguidn n 1 0Pru•1·1ll y al Procn1·,Hl 1 w Gern•1·al Pxplicándole,– p} estado del Comisa1·iato castellano y desacredilando a lo.;.; Padres más graduados del mismo, para concluir que no llllhín llPgado aún el tiempo de golwrnü.1·se por sí mismos. y quP JHll' ,•ndP era: necesario que continunrnn dependirndo del gobiP1·– río central de Roma. Sino que diclrns eartas fueron desculJi(,1•– las y presentadas al Rey; "y l'uP1·on bastantes para que, aun– que el P. Sera f'in tnviesP jnslificndos los intentos, se trocas,· la estimación que tenían de su pe1·suna en descrédito total r juntamente sacasen conocimiento de lo que padecían los po– Jm,s religiosos y la necPsidad rlP favorecerlos" (5). El P. Se- 1·afín apeló al Nuncio, quien envilí al convento un notarin apostólico para inlirnnr la excomuniún a la comunidad ,lt> Madrid. Nada se consiguió; la posición del P. Serafín de Po– i izzi después de los úllimo's acontecimientos era insostenihlH. El Patriarca de las Indias, D. Diego de Guzmán, le hizo ver la conveniencia de que se ausentara del Comisariato, como efectivamente Jo hizo con el pretexto de trasladarse a Alican– te para tomar haños. Se le despidió en la Corte con todos los honores, e hizo el viaje en una carroza de las caballerizas reales. Así terminó la misión del principal fundador de la Pro– viiwia capuchina de las dos Castillas. 6. Parecerá, sin duda, cosa extraña que la naciente Pro- {5) Cf. Anall'o, p. 5:t.

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