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CONCLUSIOJ.\'. Antes de cerrar el libro qmsieramos adverlir al lector que al momento de despedirnos todavía no ha leído la historia de los Frailes Menores Capuchinos de la Provincia de Casti– lla. Ni fué nuestra intención ofrecérsela en estas páginas, ni hubiéramos podido encerrarla en el reducido marco de esto-; apuntes. Solamente nos propusimos bosquejar a grandes ras– g·os la labor múltiple y fructuosa llevada a cabo en tres si– glos largos de vida capuchina bajo la égida gloriosa de Sau Francisco de Asís por tierras de Castilla. Y guiados por la verdad objetiva y apoyados en testimonio·s fidedignos, nos es– forzamos por descorrer parcialmente el velo y proyectar al– gunos aspectos más significativos y característicos de aquella e.dividad, recordando fecha·s, aconter::imientos y personas. A veces los párrafos y capítulos no han sido más que jalones indicadores de la ruta que hay que 1·ecorrer; otras se habrán presentado como un árido catálogo de acciones y personajes, y siempre se han contenido en los límites de un sencillo es– quema o de un cuestionario algún tanto desarrollado. No prt'– tPndíarnos otra cosa. Con todo, abrigamos la esperanza de que la exposición sencilla y metódica de nuestro bosquejo histórico revelará, si– quiera lo haga someramente, la importancia dP la obra que aun e·stá por escribir: la historia de la Provincia capuchina dr Castilla. Sabemos que alguien la tiene ya muy adelanta– da, y no ponemos por menos de manifésta:r aquí mrnstro vivo deseo de que :muy pronto sea una consoladora realidad. Sola– mente entonces se comprenderá la belleza de la vida francis– cnnocapuchina, vivida durante más dr tres siglos por multi-– tud de frailes en los conventos castellanos, y se podrá aprccil¡¡1• la variada abundancia de flores y frutos por ella producidos en el campo de la: sociedad y de la Iglesia. Cosas que apenas, lector a·mable, se vislumbran a través de las páginas que aca– ba·s de leer.