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i7ü ACTIVIDADES APOSTÓLICAS lamanca, 1936), La Voz del Padre (Madrid, 1940), San Francis– co (Madl'id, 19-42) y El Santo (Santande1·, '1942). B) En lHs regiones civilizndas de América l. El gobierno.-2. Venezuefo.-3. Puerto Rico.-í. Cuba.-5. Los operarios ernngélicos.-ü. Producción literaria. 1. Fuern de Espafia los Capuchinos casteilanos han culti-– vado con entusiasmo, recogiendo abundantes y sazonados fru– tos, las misiones en las regiones civilizadas de América (1). A los pocos meses de la erección canónica de la Provincia, es de– cir, el Hl de marzo de 1890, se le confiaba la Custodia del Sn - grado Corazón de Chile y Argentina; pero muy pronto se hizo cargo de ella la Provincia Nava.i·1·0-Arngonesa, tomando por su cuenta Castilla la Custodia de Venezuela, que luego exten– dió sus ramificaciones a Puerto Rico y Cuba. La Provincia hn procurado 'mandar en todo tiempo, según las posibilidades del momento, el personal que allende los mares ha trabajado y trabaja por la dilatación del reino de Jesucristo. Los religiosos diseminados en las repúblicas americanas que acabamos de mencionar formaban una sola Custodia, de– pendiente de los Superiores de Castilla, que cada trienio nom– braban el Supm·ior regular y sus Asistentes; pero el Ministro General de la Orden, P. Melchor de Benisa, con decreto fechado en Roma el 14 de septiembre de 1927, la dividió en dos distri– tos o Custodias independientes entre sí y confiadas entrambas a Castilla. La primera comprendía las residencia•s de Venezue– la y la segunda las de Puerto Rico y Cuba (2). La división, sin (1) Mientras no se indique otra cosa, las noticias resumidas en este párrafo se han tomado de las siguientes fuentes históricas: MELCIIon DE EscomAZA, Crónica de las misiones capuchinas en Venezuela, Caracas, 1910; ESTANISLAO DE PERIDIELLO, La misión de Venezuela, Puerto Rico y Cuba. Caraca.3, 1930; CAYETANO DE CAUROCERA, Cincuentm arios de apostolado de los PP. Franciscanos Capuchinos, Caracas, 1941. (2) Cf. Analecta Ordinis, 1927, t. XLIII, p. 223 sig.