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III.-LA OBSERVANCIA REGULAR l fü am/;iente.-2. Dechados de sacerdotes.-3. Modelos de her-· manos legos. L ~oticias recogidas de labios rle algunos de los sUpel'– vivientes del período de la restauraciün nos ·manifiestan el ai·– diente fervor que animaba a los primeros religiosos de la re-· cién restaurada Provincia castellana. Y no faltó ta1npoco en– tre ellos, a final de siglo, un intento de más estrecha observau– cia, que la oporhma intervención del P. José Calasanz de L!P– va:neras (Cardenal Vives y 'J'utó) y del reverendísimo P. Be1·– nardo de Andermatt orientó debidam•.mte, evitando peligrosas desviaciones. En más de cincuenta nños de vicia religiosa lo:-; Capuchinos de Castilla han sabido mantener fielmente el ca-– rácter peculiar ele austeridad y retiro propio de las pasndns generaciones, tanto más digno de admiración cuanto la so– ciedad de nuestros días se mue'stra sobremanera reacia a se– guir y abra.zar esta modalidad de la vida evangélica. EI Manual Seráfico,, aprobado para las tres Provincias es– pañolas por el Ministro General de la Orden el 2 de agosto d!:' 1890, ha sido la pauta de la disciplina conventual ('1), como el Caeremoniale Seraphicwn, publicado para toda la Orden en 1892, ha regulado -:; dado uniformidad a la vida litúrgica rfo las comunidades (2). (1) Manual, Serri{ico de los FF. MM. Capuchinos de las prorincias de Espar1a y sus misiones. Roma, 1890. (2) Caeremon'iale Romano-Semphicum ad specialem usum Fratrum Ni– noruin S. Francisci r:apuccinorum. Romae, 1892. Véase Analecta Ord. Fr. lllin. Capucctnorum, 1892, t,. VIII, p. 296, 306, sig., 371 sig.

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