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188 LA VIDA DE LA PROVINCIA (1746-1836) rio diciendo al prelado los libros que hacen más falta e ins– tando parn que se tomen, pues un celoso bibliotecario puede mucho aplicando su euidado al aumento y lustre de su bi– blioteea" (27). , . Otro indicio del elevado nivel intelectual de nuestro-; Padres lo descubrimos en el Cl'eeido número de los que des– empeñaron los honoríficos cargos de calificadores de la In– quisición, teólogos de la Nunciatura, examinadores sinoda– les, etc. Y t'slos, sin eluda, fueron muchos más de los que co– nocemos (28). ,27) CL Ceremo11ial setli{ico, t. JI, eap. XXXIX, jl. H-51; ANDRÉS DE PALAZUELO, l'italidacl seráfica. Segunda ~l'rie, p. 215-218. El 5 de dioiembre de 1788 la Definición determinó, "en atención al corto número de sacerdotes", que en adelante los liillliotecarios de dichos conventos no gozaran el pri– vilegio de decir misa a las seis. Cf. Viridario auténtico, p. 609. í28) Véase un catálogo provisional en el Apéndice IV.

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