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170 LA YlDA DE LA PllOVl:',CIA (1746-1836) 3. Algunos conventos, además de la Regla y constitucio– nes generales, se gobernaron durante este período por estatu– tos particulares, aprobados unos por la Santa Sede, otros por el Gobierno y otros por los Superiores provinciales. Nos refe– rimos a los eonvenlos de Toro, convertido en colegio de mi– sioneros; El Pardo. en el que se estableció una observancia mús eslt·Prlrn. r olrn (•onverilo-que no hemos podido averi– guar cuál fué-en r¡ue se organizó un colegio para predica– dores (H). Este régimen peculiar estuvo en vigor hasta 1825; en dicha fecha quedó abolido con la autoridad del Nuncio (12). 4. También en este período intervinieron eficaz y hono– ríficamente en el gobierno de la Orden los Uapuchinos caste– llanos; puede decirse que ininterrumpidamente participaron en él como miembros del Consejo General. El recuerdo de los tres Ministros Generales y de los dos Vicarios Generales que gobernaron la Orden y las Provincias españolas, respectiva– mente, pondrá ante n'uestros ojos algunas de lus figuras más destacadas que rigieron los destinos de la Provincia. El período de la historia que estamos narrando se inicia con el provincialato del P. Pablo de Colindres, elegido el 2l de octubre de 1746. Sus virtudes religiosas, sus dotes de go– bierno, su sólida y vasta cultura hacían de él el superior ideal. Pero la Pl'(rvincia no pudo ver realizadas todas las esperan-– zas que en {>l había puesto. En mayo de 1747 asiste al capítu– lo general y queda en la Ciudad Elerna formando parte del Definitorio. Fernando VI obtiene su nombramiento para lll sede vacante ele Barcelona; el P. Colindres interviene ante el Papa y con todos sus poderosos amigos para que aquel nom– bramiento no se lleve a efecto. Tocl:lvía nos conmueven lns acentos de profunda y sincera humildad con que escribía al confesor del Rey conjurándolo a que interpusiera sus buenos oficios ante el l\fonarca. Y venció la humildad. Por veinte años consecutivos consagró todas sus actividades al servicio de la Orden y nunca se olvidó de ayudar y fa-vorecer a la Pro– vincia. En 1754 es reelegido Definidor, y en 1701 le confieren la suprema dignidad ele la Orden. El Ernbajador del Rey co- (11) De eslas tres inslitucioncs provinciales lrnlllill·emos mCts abajo. (12) Cf. Ernrio, p. 315.

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