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LOS Ei-'TCDIOS 93 la prelende en todas las causas tan docto, recto y desinteresa~ do Consejo. Quán excelente geógrafo y cosmógrafo sea dicho autor, lo muestra bien dicha obra, y mucho mejor su conver• saci1ín. de que tengo larga experiencia, y por ella hago juicio es de los primeros de estos tiempos en las dichas materias y a ningún otro inferior en las noticias históricas. en las mo– ralPs, en las theológicas, escholásticfls o positivas, como lo podrá experimentar el que gustare quando quisiere, pues aun VÍVI? ., (25). e) Sería injusto no hacer mención más particular en este lugar del P. Martín de Torrecilla, ingenio sutil y fecundo, hom– bre de vasta cultum, controversista de primer orden, filósofo, teólogo, canonista; sus múltiples obras de carácter enciclopé– dico nos revelan su erudición maravillosa. Sólo la descrip– ción y análisis de cada una de ellas nos ofrece materia ~ufi– ciente para un e·studio, que ciertamente no carece de interés, pero que no entra en los límites de este trabajo (26). Era considerado y consultado como un oráculo; y dado su carácter y modo de pensar personalísimo, no faltaron quiene-; combatieron sus opiniones en vida y nun después de muerto. Por orden de algunos Sres. Obispos y Arzobispos se entresaca– rnn de sus obras 333 proposiciones que juzgaron dignas de cen– sura, e impresas en un opúsculo fueron enviadas a Roma. Totrní cartas en el asunto la Inquisición, y en 1732 los Superiores de la Provincia nombraron al P. Gregorio de Granada, Defini– dor, defensor oficial del P. Torrecilla; el Santo Oficio, después de tildar algunas proposiciones, permitió que circularan las obras, y el Provincial de Castilla comunicó la noticia a todos los Capuchmos españoles (27). Basándo~'.e en el citado opúscu– lo. publicado por orden de algunos Obispos, el dominico Da– nirl Cóncina acusó al P. Torrecilla de loxis1no, atribuyéndole ci(m proposiciones en este sentid~; pero tropezó en su canüno con la erudición del P. Pablo de Colindres, quien lo refutó tan (25) MARTÍN DE TORRECILLA, Apologema, p. 210, n. 73 (ed. Turín). (26) Una descripción incompleta de sus obras puede verse en ANDRÉS DE PALAZUELO, Vitalidad seráfica. Primera serie, p. 261-265. (27) Cf. l'iridario auténtico, p. 209, 223; H. HunTER, Nomenclator litte– rm·ius theologiae catlwlicae, t. IV, col. 966, Ocniponte, 1910; H. REusr:H, lndex der i:erbotener Bücher, t. II, p. 515, Bonn, 1885
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