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L.\ \ IIIA IJE L.\ Pl\OV!NClA (1618-17116) Manuel .de Jaén (·[· 1739), fel'voroso misionero apostólico, qur1 convertía a los pecadores con los preclaros ejemplos de sus virtudes no menos que con el celo de su predicación y la efi– cacia de sus escrilos, etc., etc. 9. Est,J capítulo dedicado a la observancia regular, o sea la vida de pc•l'feccirm y fo1·maei(m espiritual, sería incompleto si no hiei{\rnrnos mención de algunos maestros de espíritu que . <.,on sus esrn·itos de aseéticn y mística trazaron vías seguras a las almas para ir a Dios. (Juien haya de escribir la historia de la espiritualidad en aquella (•poca de la vida nacional no podrá absolutamente desenlendp1•se de las apol'laciones valio– sa:-; de los Capuchinos castellanos; bien que hasta ahora hayan sido casi desconocidas por los Irntaclistas. su influjo fw, no– table y mereee un estudio serio. He aquí algunos nombres. rtj El P. Isidoro de Leúu. "autor· vPrdade1·amentC' digno de la mayer estimaciún prn· la gt•nn r·omprPnsi(m. claridad v acierto con que escribió toda In Yida espü·ilnnl. desde los más baxos rudimenlof; de los ¡wiu('i pian les hasta las conlPmpln– ciones más altas de los 1w1·frelos" (47). Escribió un volumi– noso tratado de teologín mísliea dividido en tres partes, en el que expone de una manP1·a muy ol'iginal la doctrina y lu práctica de las tres vías: pul'galiva, iluminativa y unitiva, que. como él advierte, no son frps caminos, sino tres jornadas de un mismo 1:arnino: como ca1·aclerística de la primPra, en qw: se ej ereita sobre todo la memoria, propone la pureza; de In sPgunda, en que obra el entPndimiento. la luz: y de la tercera, Pn la que produce sus efoctos la voluntad, el amor; pero estos trPs afectos o sentimientos de pureza. luz y amor se hallan en– trelazados en cada uno de los Pstados de la vida espiritual, a~nque predomina uno u otro sPgún el grado de santidad Pn que el alma se Pncuenfra. Adrmás distingur tres órdenes n maneras de purgación, frps de iluminnci(m y tres de unión, que son: activa, mixta y pasiva. Dese1wuelve su pensamiento bajo el símbolo de Mís,tico cielo, rn el que va colocando los espíritus viadores a srnwjanza de los espíritus comprensorcs. La primera parte es como el atrio, y la srgundn y terrera ln (47) ANTONIO DE FUEN'rEIAPEi;;A. o. F. M. CAP., Escuela (le la rerdt"I, conf. IX, p. 165, Madrid, 1700.

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