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L,\ ,·rn,i. lm LA PllOVlNCIA 1 .1618-1746 1 1mliva de ;;u nobleza) es quien más devoción muestra a los Uapuchinos y quien más los socmTe, ,tsisle y estima. Y quizüs es esto lo que al Reverendo más puHza y lo que más le duele y apasiona" (11). Además de que ·'los Capuchinos no salían a pedir los agostos y vendimias a dif'Pt'Prites portes" (12), como Jwdan otras Ordenes Mendicantes. Por otra parte, el r(1gimen de auslm·idades de aquellos tiem– pos no exigía mucho para satisfacei· las necesidades indivi– duah•s y colectivas. Dt•cín muy acertadamente el síndico don .1 uun Daulista de Hormaza en un Memorial a favor de los Co-– puchinos de Bilbao, cuya fundación-entre otras razones-– ¡m•tf'ndían impPdir algunos hasándo::;e en la pobreza del Se– ñorío de Vizcaya: .. Para mantenerse una pobre corta comuni– dad capuchina necPsita muy poco, porque sus edificios, orna- 1m•rüos de iglesia, vestido y comida siempre son y han sido di' lo menos eosloso y más pohre" (IH). La eomidu PI'H lau pobre y e:,;casa, que maravillaba sol_n•p– rnanera a los Pxlmnjeros, quienes lo consignaban en sus no– lns de viaje como cosa digna de memoria y admiración. "A medio día toman solamente una pitanza con una sopa de ;u·roz, o cosa semejante; por la noche comen todavía menos, un plato de caridad o extra no se pasa nunca o muy rara– nwnte. Los miércoles ni siquiera a los forasteros se da carne. P01· lo que a la hchida se refiere, o no se pone vino a la mesa, n SP sirve en un jarrillo; en algunas provincias, junto a un jarrn grande de agua ponen un jarrillo de vino" ('14). El ser– vil' más de tres platos, aun en los días de recreación, era con– siderado v condenado como abuso intolerable (15). La corrrn– Hidad tm;rnhn pan y agua los días siguientes:· 1), los viernes 'li] Cf. Apolo{lema, p. 53, n. Hi. 12.l Jbíd., p. 291 1 13) Cf. ANDRÉS DE PALAZUELO, Convento de Capuchinos ele De11sto, pá– f-!'ÍlJil 209. ,:H) Cf. E:-.IMEIUCI! VON HALi,, Sieben-Jiihrige Wande7'Schaffl, p. 63 si– guientes. Este autor, de quien tomamos algunos de los datos siguientes re– ferentes a la vida de las comunidades capuchinas, habla de las provincias espaiiolas en general. Estuvo en Castilla el añt, 1728. (15) Cf. Erario, p. 64. A los predicrtdores se les concedía rn ciertos dfas el platillo de caridad a la comida, pero nunca a la cpna. Cf. Erario, pá– ~rinn 71.

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