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70 M!;: ~IORl..\ HI S TÓRI CA DE I A COF RADÍA r~ ~ ~w ~~ , fondo superior del altar, cautivan la vista de to- ' dos la multitud ele artísticos ramos de flores olo– rosísimas, y de preciosos candelabros repartidos con sumo gusto por la grade ría y hornacina del altar. Pero esto, aunque bel lísimo, no pasa de mero adorno accidental en comparación del que rodea á la imagen veneranda de l\Iaría . ¡Qué ; bella se presenta entonces! f~o hay nadie que 1al contemplarla, no sienta algún afecto interior: es 1 un trasun'i:o de gloria divina, un ensueño de her- 1 mosura celeste, una nu eva aparición de l\'Iaría en 1 Manila . En efecto; r 3 grandes focos el éctricos, 1 colocados en el interior del camarín, hacen com- 1 binación con sus destellos el e viva luz, con la que , despiden por fu e ra unas ochenta y cinco peque – ñas bombillas eléctricas, caprichosamente entrela– zadas en las flores de talco plateado, que for- 1man un vistosísimo arco alrededor del nicho de i Nuestra Señora ele Laurel es, rematando en una ¡ M con su corona. Tan feli z idea es debida á la ¡ iniciativa y generosidad de los Sres. Inchausti y 1 esposa, á quienes la Virg e n Santísima sabrá r e– : tribuir dignamente . Para remate de tanta belleza, despide su hermosa luz por todo el presbiterio , 1 una araña, tambi é n eléctrica, con cinco grandes , focos, re galo ele D.ª María Coegilo, siendo igual - , 1 mente dádiva suya dos preciosos manteles bor- 1 dados en seda y oro, que, con otro muy artístico , 1 de piña pintada, ele o.:i. Concha G. ele Puya, ~ - ~