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3$ LA ORDEN CAPUCHINA en Bogotá desde 1770; en Cuba desde 1781; en Guatemala clescle 1856, donde se inmortalizó el vene rabl e P. Esteban de Adoain. Desde 1884 trabajaron los Padres españoles en Manabí y poco después en Esmera ldas y Chocó, malográndose aquellas misiones por las revoluciones del Ecuador y Colombia. La Prefectura Ap. de Araucan ia (Chile) fué encomendada a los Capuchinos en 1848, siendo elevada a Vicariato recientemente. En Chile y Argentina poseen los Capuchinos de Navarra-Canta– Lria importantes Casas, colegios, centros de obreros, catequesis. Los de Chile v isitan periódicamente la Isla ele Juan Fernández y la de Pascua o Papa Nui, en la que no hay ni un Sacerdote que sirva. de consuelo a los 300 habitantes de aquel peñón perdido en el Océa– no, donde hay además buen número ele leprosos. Resumen: En la .act.ualidacl, según la estadística de! año 1934, la Orden Capuchina tiene: Misiones 48, ele ellas 32 dependen de b. Sagrada Congregación de Propaganda Fide, y 16 dependen ele la misma Orden. Trabajan en ellas 1.329 capuchinos. Tienen 18 Seminarios ele l\Tisiones, 5 Seminarios Seráficos y 2.306 Escuelas con 128.734 alum– nos. Orfelinatos 116 con 4.707 huérfan os. Religiosas europeas 1.174. Religiosas indígenas 674. Sacerdotes extranjeros 69. Sacerdotes in– dígenas 50. Religiosos no sacerdotes 233. Catequistas 2.105. La labor misionera de los Capuchinos mirada en conjunto, es formidable. Varios países de Europa, Rhetia y Mesolcina, clébenles el verse libres de la herejía calvinista. En ultramar, han fundado centenares de pueblos , civilizando inmen sos territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador y Brasil. Han levantado millare s de iglesias, colegios, h ospitales , leproserías, orfelinatos y asilos ele todo género. Han abierto caminos y carreteras y cultivado inmensas cornarca.s. Nuestros l\.1isioneros fueron y son profesores, maestros, legislado– res, ingenieros, agricultores, impresores, publicistas, farmacéuticos, médicos y enfermeros. Fueron redentores ele esclaYos, defensores de indi os, consuelo ele los apestados y ele los moribundos. Y todo esto e1r .las cinco partes del mundo, sin distinción ele razas, de color, ni nacionalidad, a costa ele la propia salud y ele la vicia, sin más esperanza que un premio en el cielo.

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