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32 L A ORDEX CAPL'CHJXA ele Rhetia depende sólo ele los Capuchin os ... " El P. Querubín ck l\Iauriana, San Ficlel ele Sigmaringa, San Lorenzo ele Brindis y el Reat o Benitu de Urbino fu eron otros tantos campeones del Catoli– cismo en la lucha con tra la herejía. Entretant o la Orden no se oll·iclaha ele los mah ome tan os, cis– máticos y pagan os. En el añ o 1551 el P. Juan ele J\fedina del Campo y Fray Juan de Troia eYangelizahan a lo., mu sulman es en Constan– tinop la y Egipto. Hegando hasta el Cairo. Ambos hallaron el m;ir– tiri o en la drcel, después ele sufrir cli\·ersos supli cios. Su sangre fué cemilla ele una floreciente misi ón en Constantinopla, que se glorí;i. de haher dado a la Iglesia o tro mártir en San José ele Leonisa . La isla de Canclía llama su apóstol al P. Ignacio ele .!\piro, que é',ntes de 1569 había fundado cinco igl es ias. La Orden no abandonó ,,.quella Misi ('Jll ni aún después ele ser tomada por los Turcos en 1669, quicne., pasaron a cuchillo a gran pa rte ele los cristian os. \'a en 16~5 entraban en Siria los Padres Juan Francisco ,le Saumur y Egiclio de Bourge,-;, logrando muy pronto la con vers ión ele un Emir y ele Yarios personajes de r egia es tir pe , mientras otros P;i.clres llegaban a l\fc,;opotamia _v Persia . donde fun daron cinco residen cias. Desde 1663 hallamos a los Capuchinos en Georgia. a las faldas del Cáucaso, colocanclo la re sidencia del Prefecto en Tiflis. La his– toria de es ta }\fisión es una ,;erie de consuelos y ele ;:imargura,;, ele fxitos y ele pers-ecuci one s sangrientas. A la India Oriental llegaron por la misma época, fundando las Estaciones ele Surate. Maclras Y poco después Pondicher_v, Coro– rnandel, lVfahé. l\'Iientras la Orden extend ía sus espi ritua les conq ui stas por O riente, hacía tentativas para fundar "'.\-fi siones en Marruecos, a pe– t:,i ón de la Corte ele Francia, que deseaba entablar r elaciones ami s– tnsas con el soberano ele aquel país. E" l (i?-~ jlpg-;ir"n a Safi lus Padre,; Peclrn d 10 .\len½on. ~'ligue] ,Je \ ' ezins y R ocl ul fo ele Anclgaye; mas a un que r ecibidos con h ono re~ po r los europeos . fueron maltratados por la s autoridades mu sulm a– na s, sucumbiend o po r fin en una cárcel. La segunda exp edición ttJYo h misma suerte. l\fás tarde los Capuchinos espai'í oles pudieron es– tablecerse en varias res idencias cnn expresa aprobación ele la Sa– grada Congregación. o torgada en 1640.

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