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RESIDENCIA DE LA CUlllllRE 295 co una gran utilidad, pues desde un pnnc1p10 disponía el Pad re Dio– nisio ele albergue y ele un a quinta para las primeras dificultades ele la vicia económica. Una grave dificultad se presentó desde el primer instante ele la llegada del Padre Dionisio a La Cum bre; la provisión ele agua pa– ra la casa y la quinta. De un chorrito procedente ele la colina Yecina Casa y Padres residentes. ua necesario hacer un a repartición desigua l para los Padres y tres familias de los contornos, pues tocios tenían derec ho al goce ele la exigua cantidad. Afortunadamente. se encontraba en La Cumbre el Hermano Leonardo, Religioso Profeso, quien por medio de una in– geniosísima cáma ra por él ideada, sol ucionó el dific ultoso problema con entera satisfacción de todos por la justicia del reparto. El Padre Dionisia construyó un gran tanqu e australiano para regar la quinta. A continuación plantó más de 700 frutales, que pronto die ron abun– dante cosecha ele frutos. Inmediatamente de tomar posesión de la Parroquia, se cuidó el
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