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29-1 FlJ/\DJ\CIONES E); ARGENTJ)!A Y CHILE No pudiendu la Urden ha ce rse ca rgo de es a Parroquia, penso Mons. Luque en lus .L'acl res Bened ict in os de la Congregación ele Sall– tn Otilia en Daviera, a qui enes ya conocía en Córdoba, donde tenían una gran funda ción. Fueron, pues, los Padres Benedictinos alema– nes quienes se encargaron ele regentar la Parroquia de La Cumbre. Mas al cabo de algún tiempo, varias dificultades hicieron fraca– sar a los Padres en sus propósitos ele permanecer en La Cumbre. Por lo cual decidieron los Benedictinos renunciar a la Parroquia. En esas circunstan cias volvió Mons. Luque a exponer su complacen– cia ele que los Padres Capuchinos se hicieran ca rgo ele la Parroquia . Fsta vez sa li ó triunfante en su s empeños, pues, como queda dicho, fué aceptada por el Padre Superior Regular. Ocurría esto a fines de juli o de 19:25. La toma de posesión fué condicional. pue,; era necesario obte– ner la autorización ele Roma para aceptar ele un modo definitiYu la nueva fundación. Esta aceptación pro\·iso ria ele La Cumbre se pu– do realizar gracias a las facultades dadas por el Sr. N uncio .Apostó– i:co en Buenos Aires. Mientras tanto, se escribió a Roma en soli – citud ele un pe rmi so definitivo y se hi zo hin capié en la impos ibiliclacl de poder crear fundaciún alguna nueYa, si no era a base ele Parro– qu ia. Luego que el ~L R. P. Agustín de Pamplona admitió la nueva fundación, foé encargado el Padre Dioni,;io ele Echalar ele la direc– ció n ele la nueva ca,;a. Para esto fué necesa-rio que r enunci a ra al cé!r– go de Guardiún, que ejercía en el Convento ele Córdoba. Siete años y med io estuvo el Padre Dioni~io organizando la 1;ueva fundación y dirigiendo los trabajos. que por ser los primeros, fueron de mucho sac rifi cio y dificultad. A pesar el e hallar se solo el Padre Dionisia hi zo cuanto humanamente pudo para levantar la casa ele La Cumbr e a gran altura. La nueva Parroq uia abrazaba La Cumbre y Huerta Grande, ;,demás ele varias capillas desparramadas por las se rranías . El c~ntro parroquial y la resid encia de los Padres se es tabl eció en la antigua casita de construcción co lonial, que existía al lado de la capilla San R oque, en el lugar denominado v ulgarmente L os Nogales. Estaba situada esta v iYienda en la propiedad que la señora Petrona Olmos entregaba al Obispado en las condiciones que de sp ués se verán . Aunque la casa no o frecía muchas cornocl idacl es, prestaba al Párro-

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