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·1.'LJ.''<DAC IO NES E\' ,\HGENTI NA \ 1 C'I-ITLI, yentes que acuci en a diari o a g uarecerse en es te templ o al amparo de la Macl,-.e de Di os ; felic itóse ele hallar en med io ele la ciudad mo– derna y muy amada, un exponen t e del má s subido arte religi oso, honra ele nue stra s const rucc iones y o rg ull o ele la arquitect ura na– cional , y terminó animando a la piadosa concurr encia a una mayor devoción y culto a la qu e es madr e ele todos, joya del humano lina– j,e, consuelo de las púb li ca s calamidades, protectora ele los débil es y ele los pequeños, amor ele lus co razones ~e nsibles y ele las a lm as p uras. Las últimas palabras del orado r fueron esc ncha<la s por la nu– merosa concurrenc ia con -verdadera emoción. T erminado el se rmón y ya encalmad o el ti empo, la concurr en– cia fu é in vitada a pasar ele nuevo al claustro, donde el Obispo A u– xiliar el e la Arq ui d iócesis, Mon s. Fort unato Devo to. en rep resenta– ción del Sr. Arzob ispo, Mons . Bottaro, procedió a la bendición del monumento y el e las imágenes ele la Virgen ele P ompeya, y las ele Sta. Catalina y el e Sto. Domingo, que, como aq uél la . coronan la magnífica obra ele art e ]eyantacla. Actuaron como madrinas en esta ce remonia, teni endo e n s us manos las cintas papal, argentina y española. que pendían del mo- 11u111 ento, la Srta. Delia Lanú s, donante del mi smo, y sus h ermanas las Sr tas. Clara y María Lanús. La banda eje cutó a contin uación la marcha ele Santa Cla,·a y los esco lar es de l Colegio el e Nueva Pompeya cantaron la Salve. di s– tribuyé ndose de spués meda llas alus ivas a la cer emonia , co n lo t ual se clió por terminado el acto. El clau stro es concepc ión ve rdaderamente g enial y onginal del eximi o arti sta A. César Fe rrari, qui en también lleve> a cabo la realización ele su pensamien to. Es el primer pedazo ele ti erra ameri cana consagrado a evoca r co n tocia ficleliclad los claustros convent uales del año 1200. Entrando al cla ustro se t iene inmediatamente la impresión ele que el arti sta ha logrado su int ento, sin n eces idad ele importar pi e– cli-a por piedra las ele los original es, corno hacen los amer icanos del Norte, pues a poco de contemplar la portada, realment e monumen– tal , ya nuestro á nimo es tá devotamente dispues to y acoge pláciela– mente la advertencia ele la láp id a: "Peregrino, s i la fe y la espe ran– za g uí an tu s pasos, este es el lugar ele la paz y del consuelo" ... y
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