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~u ACTI\.IDAn E:'-/ EL ~[l '!\'DO il del Papa permiso de ceii.irse mas íntimamente a la estr uctura ex– terna del Seráfico Patriarca lleYando la forma de hábito que por tradición parecía aquél haberl o lleYacio. Al mismo ti empo se acen– tuaba en su únimo mayor rigor en la práctica de la Regla, y ele este modo, el P. I\fateo de Bascio clió orig-en a la Orden Capuchina, cuya actuación en aquellos primeros añ os, cuando en estas tierras ele América se ib; extendiendo la conqui sta de los españoles, se re– ducía en Italia a la estricta formación del nuevo Cuerpo Francis– cano. Sin el uda, fué un acontecimiento ele Yiva impresión dentro ele la familia franciscana aquella eYo lución ele vicia; pero debe con– siderarse como un sentimiento de honor dentro de tocia la O rden . po rque en ella se formó el Yaleroso es píritu ele l\Iateo ele Bascio y de ,;us cornpa ii ero,.; , y para gl oria suya turnó niel o aqu el la r efo rma que ha celebrado ,; u cuarto centenario. Pío XI en carta dirigida al Rmo. Padre General ele los Capu– chin o::; con rn oti,· o ele este cuarto centenario. le decí a: '':\í éri to qui– c!em laudatu,· Urd o ist e Cap ulat orurn Frat rum cuí tu praees sollerter quarto exeu nte :-aecu lo ex q uu is fe liciter cunclitus es t." De suert e qu e apareció como un oriente gl ori oso y con felicí – simo propósito a proseguir en el campo de la Igl es ia las tradici one s fran ciscanas encarnadas en su potente espíritu. Con harta ra zón t:- cribe. con mo tiYo del mismo fau::;t o acontecimiento el Rmo. P. General ele los Menores, estas ::;ignificatiYas frases: "Cualquiera que a la luz de la YC:rdaclera historia examina re y ap rec iare la fuerza vital de la O rd en de los Capuchinos no podrá menos ele conf esar sinceramente que Dios ha teni do una especial y continua providen– cia sob re los orígenes, incremento. co ns en ·a ción y prospericlacl ,k la esclarecida y fecunda familia ele los Frailes Menor es Capuchi– nos". ( Líber memorialis ). De aquí que las familias franciscanas de las tres Ramas ele un mismo tron co, p rocuran do el engrandec imi ento ele la ob ra divina y del apos tolad o se ráfi co, se encuentran derramadas ele un pol o al c tro del gl obo. Corno en much os puntos del globo. también aquí ;n América se han encontrado en el mismo amor y ministerio, como ríos que corri end o en Yertientes dife r entes, al fin se suman afluyendo cn un inmem·o mar de apos t olad o.
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