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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Morayta, gran Oliente de uno de los ritos masónicos, admi– tió la presidencia de una asociación filibustera y afiiió a los filipinos en sus logias" 9 • Por lo tanto, los que produjeron el desastre colonial en Filipinas fueron, en parte, los mismos españoles. El acusar a los frailes de traidores y enemigos de España es una vil calumnia. Quizá se pudiera acusar a algunos frailes de meterse demasiado en política y en asun– tos de gobierno, llevados de su buenta voluntad de corregir tantas torpezas y disparates de empleados, completamente inhábiles e inmorales ; pero de traición y complot contra España, jamás 10 • Otra de las causas o mejor concausas del desastre fue la organización del Katipunam, sociedad secreta y revoluciona– ria estrechamente unida con la Masonería 11 • Fue el 30 de 9. Cfr. Ruiz Amado, Historia de España, pág. 223. Habiéndose pre– fentado en cierta ocasión el Provincial de Franciscanos al Gobernador de Filipinas Sr. Blanco, para darle cuenta de lo que estaban haciendo los masones en pro de la revolución contra España, sonrióse despectiva– mente el Gobernador y le dijo: "Váyase, Padre, que Vds. los frailes ven a los masones hasta en la sopa. Pocos meses después el mismo Go– bernador enviaba un cable urgente a España diciendo : "sociedades se– cretas en convivencia con los filipinos descontentos están en abierta re– belión contra España". 10. Los motivos de más peso (porque se excluía a los m1s10neros ex– tranjeros) eran sin duda alguna los políticos... y lo prueba la clasificación escalonada que se establecía entre las diferentes categorías de extranje– ros, ségún su mayor o menor adhesión a la Corona. Y es que era incum– bencia de los misioneros inculcar en los indios, no sólo las verdades cristianas, sino también el amor y veneración hacia la patria común y hacia su legítimo soberano y como dice concisamente el P. Parras, "ha– cerles saber que hay un Dios y un Rey a quienes respectivamente deben amar, obedecer y servir". Francia fue también muy "estricta" en este punto. No lo fue tanto Portugal. Cfr. Lázaro de Aspurz. La aportación extran– jera a las misiones españolas del Patronato Regio. Págs. 261 y sgs. 11. El nombre verdadero de esta sociedad era: Muy alta y venerable Sociedad de los hijos del Pueblo. "Kataastaasan kaga1anga1an katipunam nang niañga anac nang bayan". Los miembros firmaban su filiación con sangre extraída de sus propias venas. 79
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