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BIENVENIDO DE ARBEIZA Por otra parte, el sacerdote apóstata Gregario Aglipay, infatuado con las alabanzas y mimos interesados de algunos, y hambriento de gloria y dignidades, lanzóse resueltamente por la pendíente resbaladiza del cisma y de la herejía ; triun– falmente aclamado por un grupo de reformistas y librepen– sadores, fue creando entre la gente sencilla la confusión y el engaño que, asentándose sobre la ignorancia y candidez de muchos filipinos, siguen siendo hoy en día las endebles columnas que sostienen el edificio mostruoso del Aglipaya– nismo. Entretanto, algunos clérigos se habían olvidado de su excelsa vocación sin que nadie pusiera coto a sus dema– sías. El Sr. Obispo de Jaro Mons. Ferrero de la Orden de Recoletos, estaba medio abandonado en su palacio episcopal. El Sr. Obispo de Cebú Mons. Martín Alcocer, Francis– cano, a la sazón Administrador Apostólico de Manila, sin fuerza para obrar y sin atreverse a visitar las parroquias de provincias ... La Religión, pues, atravesaba aguda crisis. To– dos buscaban una solución a tanto mal, y sus gritos se per– dían en la mayor confusión 3 • Por otra parte, el apóstata Aglipay, después de declarar oficialmente su separación de la Iglesia Católica Romana, se había proclamado a sí mismo Obispo Máximo de la Iglesia Filipina rnaependiente. ofreciendo mitras y dignidades a diestra y siniestra, invitando a muchos sacerdotes católicos a seguirle ... El primer Obispo Católico que llegó fue Mons. Dougher- 3. En 1947 se declaró una abierta esc1s1on en la secta aglipayana, pues el sucesor de Aglipay, Isabelo de los Reyes con un gran sector, se unió a la Iglesia Episcopal de América, dando como razón el asegurar la sucesión apostólica de los Obispos. Por otra parte el Obbpo aglipaya– no Fonacier se quedó con otro grupo... y aún apareció un tal Bayaca sacerdote católico apóstata (anteriormente párroco de Salasa, Pangasi– nán) encabezando un buen núcleo de descontentos... Dios quiera que sea este el principio del fin. 74