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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS gados del servicio espiritual los PP. Román M." de Vera y Mariano de Olot de la Orden de Capuchinos, asistidos por doce Hermanas de la Caridad. Inmediatamente fueron acomodados en dicho Hospital todos los españoles, enfermos del cólera, aumentando conti– nuamente el número de atacados. Los sacrificios que los Capellanes llevaron a cabo en el nuevo hospital no son para ser contados; pues hay que tener en cuenta, que, a veces, personas muy allegadas y hasta de la misma familia se apar– taban de los coléricos, para no contraer su enfermedad. En cambio los Capellanes no tenían punto de reposo ni de día ni de noche, pues sienao prácticamente todos los enfermos católicos, casi todos solicitaban los Auxilios de la Religión, algunos varias veces durante su enfermedad y prácticamente todos en la hora de la muerte. Añádase a esto que no pocas veces tenían que hacer los Capellanes de enfermeros, por no poder éstos atender a tantos enfermos. A tanto llegaba la fatiga de los Padres, que, en cierta ocasión, llevando el P. Román el Viático a algunos enfermos y habiéndose sentado un momento rendido de cansancio, quedó profundamente dormido con las formas consagradas en el porta-viático colgado del cuello. No tardó en enfermar dicho Padre y, al parecer, con todos los síntomas del cólera, siendo sustituído por el joven P. Juan M. ª de Ansoain. Pero aún les esperaba mayores sacrificios. En efecto el hospital del Gobierno establecido en San Lázaro, era inca– paz para dar cabida a tanto enfermo ; allí eran admitidos los enfermos no españoles. Con este motivo el servicio sanitario pidió con toda insistencia a la Junta directiva que admitiera en su hospital a algunos enfermos no españoles. Y arreglado fácilmente este asunto, se determinó que los enfermos no españoles ocuparan la planta baja del edificio 69
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