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BIENVENIDO DE ARBEIZA Eso hasta el año rgor. En efecto, durante este año cam– bia completamente el programa de los religiosos en Manila. La opinión del P. Morentin, seguida luego por los Superio– res Mayores, era la de desentenderse cuanto antes de la misión de Carolinas y establecerse firme y sólidamente en Filipinas. Con la llegada de la primera expedición, destinada ex– clusivamente a Filipinas, comienza a desarrollarse este programa, abriéndose así el primer capítulo de nuestra his– toria misional en el archipiélago filipino. Ese primer grupo estaba formado por misioneros educados todos en el colegio de Lecároz, llenos de celo y optimismo; comenzarán a es– tudiar la lengua nativa y el inglés con singular empeño, lanzándose pronto al servicio parroquial; unas veces, ayu– dando en su ministerio a los párrocos seglares, otras regen– tando por sí mismos algunas parroquias y las más de las veces, recorriendo las Provincias tagalas, predicando mi– siones y sermones sueltos, con no poca admiración y prove– cho del público, haciendo recordar una vez más que el capuchino, en cualquier parte del mundo y en cualquier lengua, es el apóstol del pueblo. 60

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