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BIENVENIDO DE ARBEIZA no decir necesario en este país, además del convento de Manila, una casa de salud destinada al alivio de los enfer– mos y delicados de salud. Así lo hacen todas las Ordenes Religiosas y ese también fue uno de los pensamientos que preocupaba desde un principio a nuestros Superiores de Ma– nila ·3. Enterado de todo esto D. Joaquín Inchausti se presentó al P. Berardo, diciéndole que estaba dispuesto a regalar pa– ra dicho fin un lote de terreno, que desde antiguo poseía en Maytubig, Pasay. En efecto, pareció muy bien al Superior tal ofrecimien– to, pues estaba fuera de Manila, a orillas del mar, siendo por otra parte terreno bastante elevado y libre de inunda- 1':lünes. Junto al terreno de D. Joaquín, su hermano Rafael te– nía otro pequeño lote y ambos se entendieron, para hacer dom.ción de su propiedad a favor de los Capuchinos. Como el terreno resultaba demasiado largo y relativa– mente estrecho, se adquirió poco después, con fecha r8 de abril de r894, otro terreno colindante, propiedad de los PP. Agustinos 4 • Los referidos Sres. de Inchausti hicieron aquel mismo año de r894 donación expresa, simple y gratuita de su te– rreno en favor de los Capuchinos, aunque sólo verbalmente. Más tarde, siendo Superior el P. Alfonso de Morentin, se hizo la escritura oficial ante el notario Sr. D. E. Barrera, firmándola el r5 de marzo de rgor. Se construyó inmediatamente una casa de materiales li- 3. Apuntes para la Crónica de la Misión, pág. 24. El Rmo. P. Joaquín de Llevaneras era también partidiario de que se levantara cuanto antes esta casa de salud. Anal. O. M. Cap. vol. IX, pág. 239. 4. Aunque en la escritura de compra y venta aparece el Sr. Joaquín Inchausti como comprador, la Orden pagó casi todo el importe del terreno. 50
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