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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS de flores y, antes de depositarlos, el Excmo. Sr. D. Federico Gabaldón, Cónsul General de España en Filipinas, tomó la palabra y entre sollozos y lágrimas de los concurrentes pro– nunció un breve, pero emocionante discurso: "Después de la santidad y solemnidad de las oraciones de la iglesia, las palabras de los hombres, mucho más, viniendo de labios tan modestos como los míos, son vanas; pero, al depositar estas flores sobre las tumbas de nuestros hermanos, creo expresar el sentir de todos, al decir que simbolizan nuestro dolor por la desaparición de las víctimas de la saña y barbarie japonesa. "Dios Nuestro Señor les habrá otorgado el descanso eterno con la palma del martirio. "Estas flores traen también un mensaje de nuestra Madre España, que sintió en su corazón el huracán que asoló a la floreciente Manila, echó a tierra los más invulnerables edifi– cios, vestigios de un glorioso pasado, y destruyó la obra de tantos años". (Periódico "Voz de Manila", r abril 1946). 365

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