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BIENVENIDO DE ARBEIZA de San Agustín, donde debería prepararse lo antes posible un mausoleo para todos. Así se hizo. Estaba cerca el primer aniversario y, para honrar su memoria, se celebró una so– lemne misa cantada en dicha iglesia, procediéndose después a la bendición del Mausoleo. Fue un acto conmovedor. Acudieron a la misma muchí– simos españoles y también americanos. El celebrante era el P. Belarmino Celis, único sacerdote que se salvó del refugio grande. Se encargó del sermón ne– crológico el P. Santiago Vilda, recoleto. Fue un sermón en extremo patético y sentimental. Sus alusiones a los sufrimien– tos de los refugiados de San Agustín (muchas mujeres esta– ban presentes) y luego la bárbara venganza de los brutales soldados, arrancó grandes sollozos, y cientos de personas se enjugaban las lágrimas. Se cantó la brillante misa de Perosi a tres voces con su melancólico e impresionante Liberame. Ofició en el responso Mons. Miguel Olano ex Vic. Apos. de Guam, y después del responso fuimos a la bendición del mausoleo, que aún estaba sin terminar, debido a lo difícil de la exhumación. Es un cuadrilátero muy ancho y muy profundo con ca– pacidad para los restos de unas ciento sesenta personas. Dos meses después, el rz de abril, el nuevo cónsul español en Filipinas, Don Federico Gabaldón, pasó una circular a todas las Ordenes Religiosas y a la Comunidad Española invitando a todos a un acto religioso en la misma iglesia para honrar a los muertos. Se celebró una misa rezada por el Ilmo. Sr. Obispo Mons. Javier Ochoa, recoleto y a continuación fuimos al mausoleo, donde después de los responsos del citado Mons. Ochoa y de nuestro Obispo Mons. Miguel Olano, estando presentes muchos españoles con el ministro plenipotenciario Sr. D. Jaime Jorro, se acercaron varias jóvenes españolas huérfa– nas (cuyos padres estaban allí enterrados) llevando ramos 364
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