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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS tín muchas personas, contándose entre ellas la anciana Mar– tina Azucena, conocida por todos los devotos de Lourdes, pues fue ella la que en r8g6 quedó repentinamente curada delante de la Virgen de Lourdes, después de una larga y peligrosa enfermedad. Desde el 5 al rg de febrero sucedieron cosas terribles. Todos los jóvenes y hombres de Intramuros (excepto ei Doc– tor Jesús Azcona) fueron muertos junto con los religiosos. El día 23 de febrero mandaron los japoneses a todos los re– fugiados de San Agustín abandonar dicho edificio y pasar a donde estaban los americanos, prohibiéndoles llevar sus co– sas (ropas, alimentos, alhajas, etc.). Así lo hicieron. Se puso en marcha aquella extraña procesión de unas tres mil mu– jeres y unos quinientos niños. Luego de arrancar la pro– cesión, un soldado japonés mató de un disparo al Dr. Jesús Azcona que llevaba la bandera blanca. La cogió una mujer y al poco rato se encontraron con los americanos, que los trasladaron a los hospitales de guerra. En Intramuros no quedaban más que ruinas y algunos japoneses que no querían rendirse. La Virgen quedó abandonada en la sacristía de San Agustín. En los primeros días de marzo pudimos ir a Intramuros, gracias a las gestiones del P. McCarthy, agusti– no y llevamos en un camión a la imagen de Lourdes, deján– dola por entonces en la capilla de la Universidad de Sto. Tomás. Al llegar el Domingo de Ramos y quedar cubiertas las imágenes, los Dominicos la llevaron a su sacristía y de allí la trasladamos en el mes de mayo a nuestra iglesia de Santa Teresita para el ejercicio de las Flores. Solemne N avena ( I946). Comenzó la novena el día 3 de febrero, siendo mucha la concurrencia a pesar de lo difícil de las comunicaciones y 359
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