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BIENVENIDO DE ARBEIZA (febrero 7 a marzo 3). Los japoneses contestaban desde Intramuros y varias granadas cayeron en la Universidad de Sto. Tomás, otras no muy lejos de nuestra iglesia de San– ta Teresita, donde estaban el P. Fernando y el P. Jacinto; un cascote de bomba se metió en el coro, pero no causó daños. Poco después las poderosas baterías americanas si– lenciaron por completo los cañones japoneses y con eso desapareció el peligro de las bombas japonesas. El día 13 de febrero fue el P. Benjamín a Manila para informarse de cómo estaban nuestros religiosos, pero con tan mala suer– te que, al ir hacia Sta. Teresita, cayó una granada sobre una casa a pocos metros de distancia y, ante el posible peligro, volvió aquel mismo día a San Miguel, aumentando más y más nuestra preocupación con sus noticias pesimistas~. El día zr del mismo mes fui a Manila a visitar a los Padres de Sta. Teresita y a los de Sta Mesa (P. Gil y P. Eusebio). Sta. Mesa, fuera de algunas ventanas rotas, no había sufrido gran cosa durante la guerra. Intenté ir a Sin– galong. Muchos decían que habían visto la iglesia ardiendo junto con el convento. De los religiosos se contaban cosas terribles, pero contradictorias muchas de ellas. Los america– nos prohibían el paso. Todos los puentes sobre el Pasig estaban destruídos, y el construído por los americanos (pon– tones) estaba ocupado por las tropas. Llegué a Singalong y me enteré de lo sucedido a los tres religiosos. La iglesia, aunque había recibido varios impactos, seguía en pie y esta– ba convertida en hospital. El convento también estaba bas- 3. En el mes de noviembre de 1944 y debido probablemente a un:s falsa acusación, se presentaron inesperadamente a media noche en el Convento de Santa Teresita los soldados japoneses. Despertaron a los PP. Fernando y Jacinto acusándoles de ocultar armas. Registraron cui– dadosamente la casa e ig~esia. Después se marcharon. 348
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