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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Ordinariamente en los mítines convocados por la admi– nistración militar, solían obligar a todos los presentes a des– cubrirse, inclinarse reverentemente hacia el palacio imperial del Japón, orando mentalmente durante uno o dos minutos por la victoria de las fuerzas imperiales japonesas y por el restablecimiento de la esfera de ca-prosperidad del Asia más grande 2. Muchos aprovechaban aquel momento para orar por la venida de los americanos y para maldecir a los japoneses. (confidencialmente, y en secreto) una mala noticia. Me dijo que los do8 Padres Capuchinos de San Miguel, el P. Benjamín y un servidor, esmba– mos en la lista negra de la policía militar. Me dijo también que nuestro acusador era ese señor alemán. Me lle– vé un susto muy grande, pues por entonces estando ya cerca los ame– ricanos, la policía militar estaba muy activa matando sin compasión a muchas personas, sobre todo en Manila. Se dio, al parecer, cuenta de mi si'tuación y me indicó que procuraría ayudarnos todo lo posible. Esa fue una de las razones por qué nos alejamos de la población, luego de desembarcar los americanos en Lingayén, refugiándonos en el barrio de Luisita, dentro de la parroquia. 2. En otra ocasión, al celebrarse una parada o manifestación en Bugallón, según orden pasada por los japoneses a los alcaldes de Pan– gasinán, pusieron entre los participantes de la parada a las asociaciones parroquiales. En Baguio obligaron a las monjas de clausura a asistir ::il desfile cívico-militar portando banderas japonesas. 345

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