BCCCAP000000000000000000000186
LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS Llegaron inesperadamente los americanos a Manila, se retiraron los japoneses a la parte sur de la ciudad y luego .. . el infierno de la guerra; bombardeos, fuego, destrucción .. . y después, horas interminables de pesadilla, de terror, de tragedia, de indecisión. No pudiendo salir de la Ermita, se escondieron en un re– fugio construído en la huerta del convento. Pronto tuvieron que admitir en el mismo sitio a unas cuarenta personas, que corrían alocadas por la calle entre el estallido de las bombas, las llamas de los incendios y las descargas de los japoneses. Y así continuó aquello durante diez días y diez noches. El día 3 de febrero el P. Rogelio comenzó dentro del refugio la novena de Lourdes, la que siguieron con intensa devoción todos los refugiados. Desde allí vieron cómo se quemaba el Convento y la iglesia de la Ermita y luego la escuela. Por las calles caían centenares de víctimas segadas por las ametralladoras de los japoneses o cosidas a bayonetazos. El día 13 de febrero fueron los soldados al refugio y mandaron salir a los Padres. Les acusaron de espías, de antijaponeses y llevándolos de– trás de la iglesia, les mandaron esperar allí con centinela a la vista. Entre tanto seguía alrededor la guerra con toda su furia. Esperaron cosa de una hora, que creyeron ser la últi– ma de su vida. Se dieron mutuamente la absolución y se prepararon pa– ra morir. Vino entonces un oficial japonés conocido de ellos, por haber estado allí bastante tiempo al mando de la guar– nición. Habló con ellos, habló con los soldados; el P. Ro– gelio dio algunas explicaciones y el oficial, hombre educado y de buen corazón, les dijo que podían volver al refugio. Respiraron con satisfacción. Todos los refugiados dieron grandes muestras de alegría por la vuelta de los Padres. Y allí continuaron resistiendo, pasando días y más días sin comer, sin dormir, en medio de la mayor ansiedad. Por 337
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz