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BIENVENIDO DE ARBEIZA El P. Alberto arrestado. Aprovechándose de aquellas circunstancias, el Presiden– te de Aguilar, por algunos piques que había tenido anterior– mente con el P. Alberto, mandó un policía al convento para arrestarlo y llevarlo al municipio. El policía no tenía man– damiento de arresto y se limitó a decir al Padre que por orden del Presidente quedaba detenido. El P. Alberto, sin darse por arrestado, fue a la presidencia a averiguar lo que ocurría ; y después de una discusión algo acalorada, quedó detenido en dicho lugar por orden del Presidente. Por fortuna un amigo suyo (Dr. Zaratán), al enterarse de lo ocurrido, fue inmediatamente a Lingayén, y no pudiendo hablar con el Sr. Obispo, fue a los PP. Irlandeses, y éstos al jefe americano coronel Mackaforte ; el coronel pasó ense– guida orden al capitán filipino Sr. Fernandini para que fue– ra a hacer una investigación. Así lo hizo y, al darse cuenta de lo ocurrido, puso inmediatamente en libertad al Padre Alberto, dio al Presidente una buena reprensión y le ame– nazó con un fuerte castigo, si volvía a molestar al Padre, y aquí terminó el incidente. Las guerrillas de Aguilar. Los japoneses llevaron a cabo su desembarco en Linga– yén el 22 de diciembre y, al retirarse los americanos, avan– zaron con rapidez hacia el centro de Luzón. No pudieron seguir por la carretera de Aguilar-Camilín, por haber los americanos volado el puente sobre el río Agno y siguieron por otra carretera hacia Dagupan. Durante varios meses, después de la conquista de Fili– pinas, no aparecieron los japoneses en el lugar ocupado por 320

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