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LOS CAPUCHINOS EN FILIPINAS los suspicaces soldados que, dicho sea de paso, no le per– dían de vista. Después cambiaron bastante las circunstancias y el Pa– dre Florencia bajó a Manila, nombrando párroco al P. Ro– mán de Vera en mayo de 1943. Pasados algunos meses,. debido a la falta de alimento, quedó sumamente débil el P. Román, sufriendo fuertes diarreas, desmayos, etc., y en septiembre bajó a Manila, nombrando el Sr. Arzobispo tres coadjutores con facultades ad universitatem causarum para que por turno fueran a Tagaytay. Eran los PP. Florencia,. Félix y Evangelista. Al llegar los americanos, le tocaba el turno al M. R. P. Florencia, pero debido a lo grave de las circunstancias, le dijo al P. Evangelista que siguiera por en– tonces allí y él se quedó en Intramuros ... Por eso el P. Evan– gelista se salvó de la matanza de Manila, en la que murieron miles de personas, entre ellas el P. Florencia. Las parroquias de Pangasinán. En el Golfo de Lingayén, Pangasinán es uno de los pun– tos rnás estratégicos de la gran Isla de Luzón; los america– nos habían hecho allí maniobras de defensa en distintas oca– siones y habían instalado en sitios convenientes numerosas baterías de costa. De ahí que al declararse la guerra, llevaran apresurada– mente bastantes tropas para defenderlo contra un posible desembarco de los japoneses. Instalaron uno de los cañones en nuestro convento de Salasa, siendo ocupado gran parte del convento por los soldaaos al mando del general Mateo Carnpirnpin. Corno es de suponer, aquellos primeros días todo era ner– viosismo, confusión y hasta desorden. 319
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